Por: becario EAD
El formato remoto hace más agradable la vida de muchas personas, que por una u otra razón no quieren o no pueden salir de su casa, y la tecnología nos ha facilitado hacer cada vez más las cosas de lejitos. Desde comprar el súper, hasta tener juntas de trabajo en el comedor de tu casa, ya puedes hacer diversas actividades sin la necesidad de ponerte pantalones. Aquí te hablaremos del sexo remoto, o sexting, que se antoja más precisamente cuando no traes los pantalones puestos.
A diferencia del sexo tradicional (conocido también como «sexo vintage» o «sexo de abuelos»), el «con distancia» te permite disfrutar de tu sexualidad sin la necesidad de ensuciarte las manos, o bueno, sí, pero poquito.
Dicha práctica incluye mensajes sugerentes, stickers coquetones y todo tipo de recursos que pueden ir desde un simple «aber» cuando la otra persona te dice que está a punto de bañarse, hasta todo un intercambio de fotos provocativas que preferentemente se borran a los pocos segundos para evitar que la fidelidad de las nuevas cámaras dejen ver alguna imperfección o gamborimbo.
Los jóvenes son los principales entusiastas de esta novedosa manera de intimar con tu ser amado, o ya aunque sea con quien se deje.
«La verdad es muy práctico hacerlo sin tener que bañarme, además evito olores y sabores que realmente nunca me han gustado; se podría decir que ya me gusta más el sexo con filtros», nos platica Dick Pickman, un chico entusiasta del intercambio fogoso de mensajes, quien confesó que el formato presencial le parece antihigiénico.
A pesar de las bondades que ofrece el sexting, es claro que no sustituye de ninguna manera al sexo tradicional. Muchas personas se resisten a esta clara tendencia diciendo que se pierde gran parte de la magia del acto amatorio, como sentir el calor de la otra persona, escuchar a tu pareja gozar, azotones, ahorcamientos, rasguños, flagelaciones, pagar en efectivo, pero sobre todo, compartir la sonrisa al terminar… recordando que a veces acabar no significa que sea el final.






