Un pasajero del vuelo 194 de Delta Airlines, que viajaba de Atlanta a Barcelona, logró no sólo detener el vuelo sino regresarlo al punto de su origen con solo un arma biológica: su fundillo.
El pasado primero de septiembre, un hombre que realizaba ese vuelo trasatlántico no pudo contener la nostalgia y, justo a las dos horas del trayecto, inició su breve camino al baño dejando su rastro a lo largo de quince filas de asientos de una sustancia que el piloto catalogó como riesgo biológico.
Ante la emergencia, la aeronave tuvo que volver a Atlanta para activar el protocolo de la diarrea explosiva Tipo 7 en la escala Bristol, sanitizar el avión, cambiar las vestiduras, ventilar el hediondero y poner más papel higiénico.
Luego del incidente, el vuelo despegó con ocho horas de retraso. Se desconoce si el señor Aguamala embarcó de nuevo el avión.
