Entre risa y risa se lo cargó la longaniza: vinculan a proceso al «Ladrón risueño» de Naucalpan

Por: becario EAD

Hace unos días se difundió el video de un sujeto que, junto con su cómplice, reía incontrolablemente justo después de robar un vehículo en el municipio de Naucalpan, Estado de México. Aunque no tardaron en surgir apodos como «El ladrón risueño» o «El bromas» tras la detención, el individuo fue identificado como Omar Lenin «N» (Un nombre horrible y manchado de sangre… ¿Cómo te vas a llamas «Omar», bro?).

El chistecito no tardo en acabársele, pues para sorpresa de nadie, Omar Lenin era integrante de un grupo delictivo dedicado al robo de automóviles en aquella pacífica región y hasta ahora ha acumulado cuatro procesos legales en su contra por robo de vehículo con violencia… Y así, sin más, se le borró la sonrisa.

«Lo lograron. Finalmente lo rompieron. Finalmente ganaron. Destrozaron a alguien. Alguien que siempre estaba feliz, que siempre estaba sonriendo. Alguien que no merecía el odio. Alguien que no hacía nada más que ayudar a las personas. Alguien que amó con todo su corazón», declaró Trotsky «N», hermana del imputado.

Es evidente que el risueño ladrón no es una inocente palomita, pero por lo pronto sí se le debe presumir inocente hasta que sea dictada una sentencia condenatoria en su contra, puntualizaron autoridades de la FGJEM.

¿De qué reía Omar Lenin? ¿Cuál era el chiste?

La duda no podía quedarse sin resolver, todos queríamos saber la razón por la que Omar Lenin reía tan eufóricamente y no dudaron en cuestionarlo al respecto durante su interrogatorio:

—¿De qué te reías? —preguntó el agente del Ministerio Público curioso, pues como todos los presentes, quería reír de la misma manera.

—Me acordé de un chiste —contestó Omar mientras esbozaba media sonrisa y sostenía un cigarrillo entre los dedos.

—¿Lo puedes contar? —reviró el agente. La intriga era demasiada, había llegado el momento de la verdad.

—No lo entenderías —concluyó «el Bromas» y de nuevo se entregó por completo a la risa.

Todo parece indicar que nunca sabremos qué era lo que pasaba por la cabeza de Omar Lenin. ¿Qué chiste escuchó? ¿Qué nota del Águila Descalza habrá leído? Y aunque no cabe duda de que no es ningún ejemplo a seguir, hay algo que sí podemos aprenderle: incluso en tus peores días, hay que sonreír.

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