Becario: EAD
Sucedió otra vez, Alejandro Fernández «El potrillo» dio un concierto en aparente estado inconveniente (esta nota no expira, léase cada ocho días). En su última presentación en la Arena Ciudad de México, los asistentes pudieron notar que Alejandro estaba como el difunto Stephen Hawking: bien chueco y seguramente dispuesto a explorar hoyos negros, mínimo el propio.
Mientras balbuceaba interpretaba algunas canciones, el cantante se notaba particularmente afectado, se le dificultaba la pronunciación de las palabras y tenía periodos en los que se desconectaba por completo, aplicando la de Vladimir: una rolita y a mimir.
«El señor mientras cantaba había momentos en los que dormía. No es correcto y no está bien. El público no merece eso, es una falta de respeto para sus fans y para el mundo entero. Me las vas a pagar Potrillo, no está padre… te odio», dijo Lalo Carrillo, un conductor de espectáculos que al parecer es más clavado que el mismo Alejandro.
No es la primera vez que Alejandro Fernández se desenchufa con una botella. Fuentes cercanas aseguran que no es nada raro que se quede dormido a medio palenque (a todos nos podría pasar), y cada vez son más los fans que lamentan haber gastado su dinero para presenciar cómo al interprete de «Se me va la voz», sí se le va la voz de la borrachera que se carga.
Alejandro, por su parte, es abierto sobre su consumo de alcohol y ha comentado en más de una ocasión que para desenvolverse y sentirse más cómodo en el escenario, se apoya de una botella de «700 pencas: son tan ricas que te picas», pues así siente que encaja mejor. Asegura que si bien a veces se le va el manito y el tequila se lo empina de más, son gajes del oficio y algo que probablemente siga pasando.
¿De qué se quejan? Ya siéntense, señores… Pero en una botella de tequila a ver si se vuelven divertidos como el Potrillo. Pónganse igual ustedes y disfruten, ´mbre.
