Por: becario EAD
Las autoridades municipales de Naucalpan detuvieron a Carlos «N», quien a calzón quitado sustraía las prendas íntimas de los tendederos de sus vecinas, solo para después dejar unas nuevas y más coquetas junto con su número de celular, en caso de que alguna de sus víctimas cayera rendida ante sus tácticas y sus estrategias.
¡Tremendo monstruo! Se dice que aparte de eso, su marca personal era barrer el patio de la escena del crimen y darles de comer a las mascotas de la casa.
Mujeres del vecindario de San Bartolo comenzaron a chismear compartir experiencias similares y se dieron cuenta de que la desaparición de sus calzones no eran casos aislados. Era evidente, había un robacalzones suelto en el barrio y lo tenían que atrapar.
La comunidad se organizó en apoyo a las víctimas que, aunque estrenaban pantis cada semana, estaban asustadas y se sentían amenazadas por tener a un pervertido suelto tan cerca de ellas. Rápidamente, procedieron a tenderle una trampa, ¿la carnada? Exacto, una trusa todavía tibia e impregnada de la esencia vital de una de las vecinas.
No esperaron mucho para que Carlos se presentara al lugar, merodeando, olfateando la zona como un depredador en busca de alimento, hasta que por fin mordió el anzuelo y lo encontraron en flagrancia degustando la fragancia, su favorita: Dolce & Vayaina.
Después de darle un jalón a la mona de papaya, Carlos «N», medio mareado y con los ojos vidriosos, levantó la mirada para darse cuenta de que ya se le había acabado el corrido: hermano, cayó la ley.
Omar Hernández, jefe de Turno de San Bartolo Centro, confirmó que el sujeto fue trasladado a la Fiscalía regional con sede en Naucalpan, específicamente al área de delitos contra la mujer y violencia sexual. Junto con su detención, también fueron recuperadas más de 50 prendas íntimas, desde lencería de cochar, hasta calzones de abuelita, e incluso unos Fruit of the Loom todos balaceados que se llevó por accidente y pertenecían a uno de los esposos de las víctimas.






