Arizbeth Dionicio, agente de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México que viajó a Acapulco para apoyar con las labores de mitigación de daños tras el paso del huracán Otis, descubrió que podía ayudar con algo más que su trabajo: las tetorras.
Debido a la escasez de alimentos y a la rapiña de tiendas por parte de algunos pobrecitos ciudadanos que solo robaron comida, celulares y pantallas MICROLED por necesidad, muchos damnificados han sufrido hambre en los últimos días.
Al notar esto, la agente Dionicio se puso muy triste y decidió ayudar con lo que tenía a la mano: sus dos magníficas garrafas de leche. Sin pensarlo, la oficial cargó en brazos a un bebé de aproximadamente un año de edad que había estado unas 24 horas sin probar el delicioso bocado.
El infante se prendió como becerro hambreado, conmoviendo y antojando a los testigos, que inmediatamente hicieron fila para ver si también les tocaba parte del banquete.
Se desconoce si la agente compartió con la banda o si les negó la ayuda a los otros presentes que esperaban su turno y murmuraban «¡estos sí son refrescos!».
