¿Los árboles sufren ansiedad por las luces navideñas? Joven alza la voz sobre el maltrato a las plantas

Por: becario EAD

Es muy común que ignoremos el sentir de nuestras amigas las plantas, y esto se debe en gran parte a que, por su falta de comunicación, se consideran menos simpáticas que otros seres vivos que son menos invisibilizados y por los que la gente sí pelea derechos, como los perritos, la gente con sobrepeso o la comunidad LG TV.

Esta falta de cotorreo que tienen los árboles hace que muchas personas sean desconsideradas con ellos, muchas veces haciéndoles pipí —y hasta popó— cuando están borrachos, navajeándolos para grabar las iniciales de parejas que no durarán más de tres meses, deshojándolos, o aún peor, desflorándolos, lo que, aunque no puedan decir nada, seguramente los hace ponerse verdes del coraje.

Un valiente usuario de la plataforma Equis, antes tuiter, decidió no callarse ante un evidente maltrato que estaba sufriendo un pobre árbol al que decidieron decorar con luces navideñas, lo que indignó bastante al joven activista y no la pensó dos veces para reprobar lo que podría considerarse un método de tortura.

El sujeto que responde al nombre de Carlos Mata Robles, quien es gerente de planta en una maquila de día y defensor del ecosistema urbano de noche, mostró ser una persona hiperconsciente y no se anduvo por las ramas al defender su postura que fue criticada por varios usuarios que no lo bajaban de grinch y de aguafiestas.

Carlos plantea que las luces navideñas no solo afectan al crecimiento del árbol y a la fauna que se aloja en él, sino que afecta de manera psicológica a la planta, haciéndola sentirse ridiculizada, infantilizada, objetivizada e incluso hasta avergonzada.

En las respuestas de su publicación inicial, el joven trató de resolver todo tipo de dudas generadas por la inusual causa que defiende. En varios de los intercambios trató de visibilizar que los árboles, como nosotros, sienten todo tipo de emociones tanto positivas como negativas, ya sea «cringe», sobre todo cuando un hippie los abraza para reconectar con la naturaleza; miedo, como cuando ven una camisa de leñador o, por ende, a una lesbiana; o felicidad y alegría, por ejemplo, cuando llega enero y retiran esos foquitos que tanto daño les hacen.

«Además odio profundamente la Navidad, nunca me trajo nada Santoclós» confesó @jcelforestal, revelando su verdadero plan de robarse esta festividad.

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