A todos nos ha pasado que, cuando nos invade la famosa sed de la mala, esa que destruye familias, nuestros amigos nos salen con que tienen que trabajar al día siguiente, el bar resulta estar cerrado por renovación o tu pareja te lo prohíbe porque después ya no sabe qué hacer con tu “pitoflán”, pero cuando queremos alejarnos de la bebida, parece que el universo conspira para que te entregues por completo a las garras del alcohol.
Se ha viralizado la historia de un joven que fue víctima de este extraño fenómeno. Se trata de Jorge, un ingeniero recién egresado que regresando del trabajo, tembloroso y sudando frío, se lamentaba haber aceptado esa invitación a “algo tranqui” que terminó en 14 cervezas y una ida al congal.
Después de pedirle fuerza a la virgencita y hacerle una manda prometiendo ya no volver a beber jamás, el joven se dio cuenta de que los designios divinos tenían algo distinto para él. Un tráiler repleto de cartones de cervezas se volcó sobre el Circuito Exterior Mexiquense a la altura del municipio de Ecatepec, justo por donde pasaba el joven.
Al ver cómo los vecinos de la zona, como tu compa que nomas puso 20 varos para el cartón, no desaprovecharon la oportunidad para tomar la mayor cantidad de cerveza que pudieron, el hocico de Jorge se empezó a encharcar más que un baño del Conalep, lo que lo llevó a replantearse la decisión de dejar su vicio.
La oportunidad había tocado su puerta y todo apuntaba a que su destino era sumarse a la rapiña. El joven orilló su vehículo y, con una determinación que pocas veces se le había visto, se acercó al lugar del accidente y agarró cartones enteros de su cerveza favorita: la de gorra.
Con un total de 72 botes de Tecate roja, Jorge se fue rumbo a su casa y organizó una carnita asada con todos tus amigos. En vez de renunciar a su consumo de bebidas embriagantes, mejor decidió renunciar a su trabajo y ya no tener que vivir la terrible experiencia de ir a trabajar estando crudo.