En un caso que ha conmocionado el sector de la salud mental, Mario Castro Solís, un joven psicólogo de 28 años, ha sido galardonado con un doctorado honoris causa luego de hacer un maratón para ver las dos partes de la película «Intensamente» de Pixar. Según la reconocida Universidad de Psicología del Sur (UPS), el joven psicólogo mostró «una comprensión sin precedentes de la psicología humana» al desmenuzar las complejas emociones de la protagonista Riley Andersen, a quien conocemos desde la infancia hasta la pubertad en estas dos primeras partes de la saga.
El rector de la universidad que reconoció el esfuerzo de Mario, el Dr. Nicasio Measeste, no se privó de elogiar al galardonado: «Mario ha demostrado que las caricaturas de Pixar son la clave para entender la psique humana. Su labor al aguantar más de tres horas en el cine, aguantando estar rodeado de infantes y de sus papás, es algo que teníamos que reconocer al menos con este humilde reconocimiento, aunque estamos pensando que en algún momento tome mi puesto».
«Siempre pensé que mi tesis sobre los efectos de la meditación trascendental en la resiliencia emocional era mi mejor trabajo», confesó Mario Castro Solís. «Pero luego vi a Tristeza y Alegría en acción y me di cuenta de que toda mi carrera estaba basada en teorías obsoletas. ¿Quién necesita a Jung o Freud cuando tienes a Bing Bong sacrificándose por el bien común?».
En una entrevista que ofreció, en exclusiva, a este medio, Castro Solís argumentó que la saga ofrece respuestas más claras que una década de estudios. «Las cinco emociones básicas: Alegría, Tristeza, Temor, Desagrado y Furia, fueron representadas con una precisión clínica. Después de todo, ¿quién necesita años de estudio cuando puedes aprender todo lo que necesitas de una niña llorando por un puente de arcoíris destruido?».
En una declaración más sobre su experiencia, Mario declaró que también planea abrir su propia clínica terapéutica, donde usará películas de animación como herramientas de diagnóstico y tratamiento. «Que chingue a su madre la terapia tradicional, si los pacientes no pueden relacionarse con sus problemas, siempre pueden identificarse con un personaje animado de película», aseguró.