Luego de las polémicas declaraciones del expresidente y actual candidato más viejito en la contienda por la presidencia gringa, Donald Trump, la ciudad de Springfield está en shock tras descubrir que los inmigrantes acusados de comer las queridas mascotas del vecindario, han cambiado su menú a algo mucho más «exótico»: reporteros de noticias que han sido enviados a averiguar qué está pasando en esta comunidad. Después de que se agotaran los gatos y perros del vecindario, los inmigrantes descubrieron que los periodistas tienen un sabor diferente, pero más jugosos que los perros, según palabras de un inmigrante anónimo con un brillo de satisfacción en su mirada al ver a reporteros arribando al lugar.
«Lo que pasa es que las mascotas ya no tienen ese toque auténtico. Los perros de ahora vienen en diferentes tamaños y formas, pero los reporteros tienen esa sazón especial que no encuentras en cualquier esquina: un poco de arrogancia, una pizca de estrés y un leve toque de desesperación. Es algo único si lo sazonas lo suficiente», explicó el supuesto líder del grupo, mientras le echaba sal a uno de los reporteros que lo entrevistaba.
Los inmigrantes, quienes afirman ser pet friendly y aseguran que «nunca comerían a una mascota con nombre», han negado repetidamente todas las acusaciones de haber hecho desaparecer a Fluffy, el gato del Sr. Jenkins, o a Max, el chihuahua de la Sra. Johns. «Nosotros no queremos causar ningún mal. Simplemente, tenemos hambre y no podemos resistirnos a la frescura de alguien que siempre tiene un micrófono en la mano y preguntas incómodas en la boca», comentó Juan mirando fijamente la pierna derecha de un camarógrafo.
Por su parte, el gremio de periodistas ha expresado su indignación por perder a algunos de sus colegas. Además, la Asociación de Defensores de los Derechos de los Reporteros (ADDR) ha lanzado una campaña de sensibilización en redes sociales para que los inmigrantes «no se coman la verdad, pinches frijoleros». «No nos pagan lo suficiente para lidiar con esto. Pensamos que la peor amenaza eran los ratings, no terminar en un asador improvisado», comentó el reportero local Bob Thompson, mientras huía de una jauría de inmigrantes que quería meterlo en una olla.
Por otro lado, algunos vecinos se han mostrado su alivio: «Al menos han dejado de comerse a las mascotas», comentó Mary Sue, quien ya había perdido a tres de sus gatos. «Aunque ahora hay que andar cuidando a los periodistas, pero ellos nunca fueron muy queridos por aquí de todas maneras».