Como buen político de izquierda, el expresidente de Bolivia y copia perfecta de señora que hace tortillas a mano, Evo Morales, sigue aferrado a los escándalos. Lo último que se dio a conocer es que el viejo cochino está acusado de estupro y tráfico de personas. Parece que al expresidente le está costando más soltar el poder que la dignidad, y ahora no solo pelea por volver a ser candidato, sino también por librarse de unas acusaciones que podrían convertir cualquier novela sudamericana barata.
El caso se remonta a 2015, cuando Morales, todavía con la banda presidencial bien ajustada, supuestamente se involucró con una menor de 15 años. Al parecer, los padres de la joven decidieron inscribirla en la “guardia juvenil” del líder cocalero con el noble objetivo de escalar políticamente. Porque, claro, cuando uno quiere progresar en la vida, ¿qué mejor manera que ofrecerle una hija a un presidente? Aquí ya no se trata de vender el alma al diablo, sino de hacerle un trueque a Evo.
Resulta que esta joven terminó siendo madre al año siguiente, lo cual no sería tan sorprendente si no fuera porque todo este enredo involucra nada menos que tráfico de personas. Según la fiscalía de Tarija, los papás de la chica pensaron que darle su hija a Evo era una inversión de futuro. Con esa lógica de negocio familiar de país bananero, cualquiera diría que los cocaleros no solo saben de hojas de coca, sino también de estrategias matrimoniales, de acuerdo con sus usos y costumbres.
Evo, fiel a su estilo de negación perpetua, tal como lo dicta la biblia de izquierda, asegura que todo esto es «otra mentira más», y que ya lo investigaron en 2020 por los mismos hechos, demostrando que, según él, no pasó nada. Solo que esta vez la fiscal Sandra Gutiérrez decidió darle una segunda vuelta a la trama, tal vez porque la primera no tuvo suficiente difusión. Eso sí, de momento, Evo no necesitará que el Gobierno mexicano le vuelva a mandar un avión para rescatarlo, pues la orden de aprehensión fue suspendida.
Para Morales, todo esto no es más que una nueva táctica de su archirrival Luis Arce, con quien se pelea más que dos señoras en el mercado por la última papa (y es que la verdad sí parecen señoras, y de las feas). Según Evo, el actual presidente está tramando toda esta novela para evitar que él vuelva a postularse en 2025.
Mientras tanto, la opinión pública está más confundida que nunca. Por un lado, algunos se preguntan si Morales realmente es culpable o si todo esto es parte del circo mediático que suele rodearlo. Por el otro, su popularidad está en juego y la denuncia por trata y estupro podría ser el golpe final a su carrera política. Pero conociendo a Evo, es probable que siga aferrado como garrapata al poder, intentando limpiar su imagen a base de negaciones y discursos grandilocuentes que solo le creen los chairos bolivianos.