La rutina de una tranquila sucursal de Bodega Aurrerá se vio alterada cuando un hombre cubano, identificado como Ernesto Díaz, decidió montar una casa de campaña justo al lado de la panadería. La razón de su inusual comportamiento es que se dio cuenta de que ahí no le racionan la comida. Ernesto llegó recientemente a México y se mostró impresionado por la gran variedad de panes y productos que se pueden comprar libremente, sin la necesidad de hacer largas filas ni presentar una libreta de racionamiento.
La acción de Ernesto ha generado opiniones divididas entre los clientes. Algunos se solidarizan con él y le han dejado productos de la tienda como gesto de apoyo. «Me trae recuerdos de cuando viví en Cuba, ¡es una lucha justa! Le traje una bolsita de bolillos, pero parece que ya lo que más le interesa es quedarse aquí de por vida», comentó una clienta, mientras le entregaba una caja de galletas.
Por su parte, otros clientes no entienden del todo la postura del cubano. «No sé cuál es la gracia de quedarse aquí, con todos los lugares que tiene México, pero bueno, si eso lo hace feliz…», comentó un comprador que miraba con curiosidad el campamento de Ernesto.
El gerente de la sucursal, claramente desconcertado, ha tratado de convencer a Ernesto de que desmantele su casa de campaña, explicándole que no es necesario que viva en la tienda para disfrutar de sus productos. «Ya le dijimos que puede comprar lo que quiera y volver mañana, pero él sigue diciendo que no quiere arriesgarse a que mañana haya racionamiento como en Cuba», declaró el gerente, quien ha tenido que contratar más personal de seguridad para evitar que otros clientes sigan el ejemplo del cubano.
«Esto es un paraíso. En Cuba, para conseguir algo de pan, tienes que esperar horas, rezar y ofrecerle un par de gallinas a la Virgen de la Caridad del Cobre», comentó mientras se servía café gratis de la tienda, luego de bañarse en el lavadero de los sanitarios de la sucursal.
Desde que montó su campamento entre las charolas de conchas y las cajas de donas, Ernesto ha acumulado una gran cantidad de seguidores en redes sociales, quienes lo ven como un símbolo de lucha. «Yo no sé si esto es capitalismo o magia, pero si aquí puedo comprar lo que quiera y a cualquier hora, ¡yo me quedo!», exclamó, mientras tomaba un jugo y se acomodaba en su casa de campaña, que ha decorado con una bandera cubana y un cartel que dice «Cuba libre».
Ernesto ha sido claro en su postura y asegura que solo se retirará cuando tenga la certeza de que en México, la comida no se raciona y que puede regresar al día siguiente por su siguiente tanda de pan dulce. Mientras tanto, la sucursal de Bodega Aurrerá se ha convertido en un atractivo turístico improvisado, con curiosos que vienen a ver al cubano que ha decidido que la abundancia capitalista es demasiado buena como para dejarla escapar.