El pasado lunes se registró un llamado de emergencia al 911 por un hombre moribundo con aparente ataque cardíaco. Ese hombre era nada más y nada menos que la leyenda del reguetón, Daddy Yankee, quien, entre gritos de «ven y sana mi dolor», al principio solo declaró que «no existe medicina, doctores, ni aspirina para el dolor que siente mi corazón».
Poco después se confirmó que, en una prueba más de que la mujer no se la piensa dos veces para abandonar a un buen hombre cuando éste ya no le llena el tanque de adrenalina, ni le zumba mambo pa’ que prenda los motores, y mucho menos se encarga de avivar la llama dándole más gasolina, su esposa le había solicitado el divorcio después de 29 años de matrimonio y al menos tres encuentros sexuales (tienen tres hijos).
Ya más tranquilo y Con Calma, el cantante dio la noticia a sus seguidores por medio de su cuenta de Instagram. En el mensaje, el intérprete de “Lo Que Pasó, Pasó” compartió que después de tres meses intentando superar sus diferencias, sus abogados han respondido la petición de divorcio presentada por Mireddys Yankee González, su ahora exesposa:
«Este no es un momento fácil, pero entiendo que forma parte de mi proceso de vida. Corresponde aceptar y continuar», compartió Daddy, seguramente empuñando su rosario y no dejándose llevar por la furia y la desesperanza.
Curiosamente, esto coincide con que, a pocos meses de que la relación comenzara a “fracturarse”, el reguetonero anunció que se retiraba por completo de la música para dedicarse el resto de su vida al cristianismo.
No sabemos si convertirse en un hombre de fe, más cerca del Padre, fue lo que hizo que su compañera de vida se alejara vilmente, pero su último mensaje en redes sociales nos da a entender que eso en realidad no importa, pues todo lo puede en Cristo que lo fortalece: «Tú me dejaste caer, pero ella me levantó (la palabra del Señor)», publicó, recordándonos que su nueva Gasolina es la Eucaristía.
