«No es gordura, es resistencia al capitalismo»: Nuevo movimiento promueve dejar de ir al gym como acto revolucionario contra la opresión estética

Un nuevo movimiento sociopolítico de proporciones generosas, ha empezado a tomar fuerza en redes sociales y cafeterías con refill gratis. Se hacen llamar «Panza Libre», y su misión es tan clara como profunda y cargada de triglicéridos y resistencia a la insulina: dejar de ir al gimnasio no solo es válido, es un acto de rebelión contra el sistema capitalista, estético, opresor y quemagrasa que ha martirizado a millones de cuerpos pachoncitos alrededor del mundo.

«El gimnasio no es un templo del bienestar, es un campo de concentración estético. Nos cobran por entrar, nos gritan por respirar mal y encima nos obligan a tomar agua sin sabor», expresó con vehemencia Juan Pablo, fundador del movimiento y sobreviviente de tres intentos fallidos por levantar una barra de 3 kg sin llorar. «Nosotros decimos: ¡basta de sudar por aceptación social! Si sudo, que sea por gusto, como cuando pides tacos de birria bien picosos».

El manifiesto de Panza Libre, publicado en plataformas de mensajería donde el scroll infinito es el único ejercicio permitido, establece que el culto al cuerpo delgado es una construcción neoliberal que busca someter a los ciudadanos bajo el yugo de las proteínas, el aguacate en espiral y los batidos de color sospechoso. «El six pack no es un logro, es una imposición. En cambio, nuestra panza es herencia, es historia, es el útero de la resistencia», dice una de sus proclamas más compartidas, usualmente acompañada de selfies con papada.

Las redes sociales han sido un verdadero hervidero (como el estómago tras una enchilada mal digerida) desde el anuncio del movimiento. Algunos usuarios aplauden la iniciativa, calificándola de «revolución pancista», mientras otros acusan a sus miembros de romantizar el sedentarismo y usar teorías posmarxistas para justificar el quinto pedazo de pastel. «Dejen de decirnos flojos, estamos en huelga contra la presión estética. Que no quiera hacer abdominales no significa que no tenga convicciones», respondió en un live uno de los activistas, justo antes de quedarse dormido mientras se comía un paquete de chocorroles.

No obstante, Panza Libre tiene objetivos ambiciosos. Entre sus primeras propuestas está exigir que el peso corporal deje de medirse en kilos y pase a medirse en «unidades de dignidad». También buscan que los gimnasios sean transformados en espacios de sanación emocional, donde en vez de pesas haya almohadas, postres y karaoke. Además, exigen que los menús de restaurantes ya no incluyan conteo calórico, sino frases motivacionales del tipo: «Tú puedes con este triple cheese bacon».

Consultados al respecto, expertos en nutrición se mostraron confundidos. «No sabría decir si esto es un acto de conciencia o una excusa perfectamente redactada para seguir cenando enfrijoladas a las 2 de la mañana», señaló la nutrióloga Susana Lonja, antes de ser acusada de «gordofobia nutricional» por miembros del colectivo.

Por lo pronto, Panza Libre ha convocado una marcha simbólica en el Paseo de la Reforma, aunque ya advirtieron que podría convertirse en plantón si hay muchas escaleras. La cita es a las 5:00 PM, pero arrancará «cuando la digestión lo permita». Porque si algo tienen claro es que resistir cansa y eso también quema calorías.

Acerca de Fede

Fede

Escritura creativa, lingüista y estudioso de escrituras experimentales.