Una pareja del Estado de México (¿de dónde más?) denunció públicamente haber caído en un estado de somnolencia profunda por tedio luego de intentar ver apenas 15 minutos de la tercera temporada de La Casa de los Famosos México. La pareja, que prefirió mantenerse en el anonimato “por vergüenza de haber caído tan bajo”, afirma que la experiencia fue tan profundamente soporífera que incluso soñaron con algo más entretenido, como tramitar la CURP en línea.
«Pensamos que por ser la tercera edición se pondría buena, como la pasada que hasta las marcas se espantaron y se hizo todo un mitote. Pero no. Literalmente vimos cómo un enanito se la pasa haciendo travesuras, una señora no puede mover la cara y ahora ni la Wendy se ha aparecido para animar por andar en otras mamadas», relató la mujer, aun bostezando en la entrevista.
Según un reporte, este sería el primer caso documentado de hiperletargo audiovisual, una condición provocada por exceso de contenido inútil combinado con rostros conocidos de Televisa que no tienen absolutamente nada que decir. «Es como intentar leer un diccionario, pero con el volumen de un antro y la profundidad intelectual de una caja de cereal», advirtió un neurólogo que ya atiende a otros cuatro pacientes con síntomas similares, todos expuestos a realities mexicanos.
El fenómeno ha sido replicado en otros hogares. En Guadalajara, un hombre de 43 años entró en un estado de trance tan profundo que su esposa pudo salir al Oxxo, comprar unos Takis, regresar, y él seguía viendo fijamente la pantalla sin notar que estaban pasando comerciales.
La producción del programa se ha deslindado de cualquier responsabilidad, argumentando que «el formato es así de profundo por diseño», y que si alguien se duerme «es porque no está acostumbrado a los niveles de emoción que genera ver a celebridades acostadas en sillones durante ocho horas».
Críticos de televisión han sido menos amables. «Esta tercera edición hace que ver La Rosa de Guadalupe parezca como ir al teatro clásico griego. Los conflictos giran entre si alguien usó la regadera más de cinco minutos y si a una tiktokera le movieron su ensalada. ¿Dónde quedó el drama, el escándalo, el “maltrato a las sin papá” que tanto nos educó en otras temporadas?», reclamó un analista con lágrimas de aburrimiento en los ojos.
La pareja afectada ha declarado que no descarta presentar una demanda colectiva por «pérdida de tiempo vital no recuperable» y por los ronquidos inducidos. Mientras tanto, han decidido retomar una rutina más saludable: ver «Yo soy Bety, la fea» por enésima vez. «Por lo menos ahí hay narrativa, transformación y un poco de dignidad».