Demostrando que su falta de firmeza no se limita a su discurso político, Gerardo Fernández Noroña hizo una extraña confesión disfrazada de protesta contra la violencia sexual:
«Una mujer no puede violarme sexualmente… NO tengo la erección… ¡NO PUEDE!», gritó con indignación pero, sobre todo, con impotencia.
Lo que pretendía ilustrar que el abuso de mujeres a hombres es algo excepcional, terminó revelando su complicada relación con la DEA… con la deabajo. Esperemos al menos le siga sirviendo para orinar coladeras. De lo de todavía defenderse al hacer el amor mejor ni hablamos.
