Desde el 1.º de diciembre de 2018 hasta el día presente, un total aproximado de 4 años y 4 meses, el licenciado ciudadano presidente Andrés Manuel López Obrador ha tenido un solo y único objetivo: vender el avión presidencial.
Para el tabasqueño, el avión representaba todos los males de los «gobiernos neoliberales», de «los corructos [sic]», «del PRIAN», pues según él, era un símbolo del derroche y del lujo con el que vivieron los presidentes anteriores, menos él, que es humilde y, aunque vive en un palacio, trae los mismos zapatos desde 1997.
Sin embargo, debido a los costos de adquisición, mantenimiento y almacenamiento del avión, el máximo de esta nación no había podido deshacerse del oneroso aparato aeronáutico hasta esta semana, cuando el democrático país de Tayikistán envió a sus mejores recolectores de fierro viejo, quienes pudieron desmantelar y trasladar a su país a la aeronave.
El tlatoani mexicano declaró: «Me siento feliz, feliz, feliz de haber cumplido con la venta del avión fuchicaca [sic], una promesa de campaña que tenía pendiente. Ahora solo tengo pendientes todas las demás».