Ayer fue un día muy triste para la verdadera izquierda latinoamericana y bolivariana, pues el ultraderechista opositor y conservador Javier Gerardo Milei le partió el orto a la zurdiza peronista del país más campeón del mundo y a la izquierda radical de los países bananeros metiches, al quedarse con la presidencia de Argentina en la segunda vuelta electoral.
La derrota fue para el partido de izquierdista en el poder, representado por el pibe más perdedor y más capitán de meseros, Sergio Tomás Massa, a quien Milei le rompió las bolas, es decir, le sambutió toda la masacuata ganándole por 11 puntos.
En su primer mensaje, Milei dijo que reconstruirá el país para que la Argentina vuelva a ser la potencia mundial que nunca ha sido y ya, por fin, los argentinos vuelvan a comer cortecitos, entrarle al mate y no vivir de tragar puros pochoclos, además de ponerse inmamables como solo ellos saben hacerlo.
Ahora, el hombre más peleado con los peines ya solo tiene que sacar del hoyo de la inflación a todos los che boludos, mejorar la seguridad, bajar el desempleo y la pobreza, eliminar la corrupción, subir los salarios y una serie de boludeces que le preocupan menos a las hinchada de pibes que las copas ganadas.
Luego de la victoria de Milei, se espera que, durante los festejos, más de algún che se arriesgue a aventarse de algún monumento o camión, como hicieron muchos boludos cuando ganaron el mundial.
