En un insólito acontecimiento en pro de la paz y la tranquilidad mundial, el régimen talibán declaró que encontró la solución definitiva para poner fin a décadas de hostilidades contra sus enemigos. Tras décadas de conflicto y luego de enunciar una ley que prohíbe el sonido de la voz femenina en todo el territorio, anunciaron que dejarán el terrorismo y se dedicarán a pastorear ovejas y a la agricultura, ya que por fin consiguieron mantener un ambiente de calma y sosiego por más de una semana.
Esta nueva política, implementada con un severo código de silencio para las mujeres, ha sido celebrada como una victoria para la paz y la estabilidad en todo el mundo. Inclusive, la ONU ha reconocido este hito y solicitó una reunión urgente para acordar otorgarles el premio Nobel de la Paz del próximo año. Otros países ya evalúan implementar medidas similares para bajar los niveles de violencia a los que han llegado muchas ciudades alrededor del mundo.
Por otro lado, algunos defensores de los derechos humanos han manifestado su incredulidad y no sé ponen de acuerdo en si celebrar este acontecimiento o protestar. «No estamos listos para esto. Al parecer, hemos estado buscando la paz en los lugares equivocados. Nunca imaginamos que bastaría con silenciar a quienes representan más del 50% de la población, pero hay algo que no nos cuadra», comentó una activista, quien solicitó permanecer en el anonimato para evitar que le aplicaran la «Ley del Hielo» en la oficina.
«El ruido se ha detenido y, con él, cualquier vestigio de caos. Hemos descubierto que el verdadero enemigo no eran las tropas extranjeras, ni las ideas occidentales, sino las voces femeninas que perturbaban nuestro espíritu guerrero. Ya no escuchamos esas interminables charlas ni reclamos. Estamos en la gloria de Alá. Ahora, solo hay serenidad», declaró el portavoz talibán, Abdul Mutaqi.
Otros beneficios, desde que se implementó la restricción, es que aumentó la productividad, pues nadie gasta tiempo discutiendo sobre tareas domésticas, educación, o esas cosas que solían distraer a los hombres de sus labores importantes; además de que las filas en los mercados son más rápidas, sin tanto regateo ni discusiones sobre precios, según relatan algunos hombres porque ninguna mujer quiso hacer declaraciones.
Los líderes talibanes afirman que, de continuar así, podrían considerar prohibir también el sonido de las risas femeninas, los pensamientos femeninos o, ya de plano, prohibir a las mujeres, pues, de acuerdo con lo que algunos mencionaron, lo único que necesitan para ser felices es comida, techo y una cabra.