Desde el estreno de “La sociedad de la nieve” en Netflix, el interés en torno a los sobrevivientes de la tragedia de los Andes ha ido en aumento, por lo que los afectados han decidido hacer conferencias donde platican sobre su desgarradora experiencia y contestan las preguntas que nos surgieron a todos, como: ¿Cuál es la parte más rica del cuerpo humano, chichis o nalgas?, ¿por qué no usaron Google Maps y ya?, ¿les daban ganas de masturbarse?
El pasado miércoles 10 de abril, Roberto Canessa, uno de los sobrevivientes, ofreció una conferencia en Torreón, Coahuila. El evento estaba siendo todo un éxito, el uruguayo tenía al público en lágrimas y a la vez horrorizados mientras compartía su conmovedora historia y narraba cómo fue comerse a sus compañeros para no morir de inanición.
Hasta ese punto el doctor Canessa parecía ser una persona bastante decente y civilizada. Después de la sección de preguntas y respuestas, varias personas subieron al escenario para tomarse fotos con él y darle obsequios, como llaveritos de la Torre Eiffel de Gómez Palacio y camisas del Santos Laguna (mejor nadota), pero comenzaron a notar que Roberto estaba teniendo un comportamiento inapropiado con las chicas que se acercaban a él.
Roberto Canessa es un sobreviviente de la tragedia de Los Andes y ayer dio una conferencia en Torreón, pero vean lo que estaba haciendo el viejo asqueroso.
— Roberto Haz (@tudimebeto) April 11, 2024
Tienes que ser una mierd4 de persona para hacer esto. pic.twitter.com/lJyl6rX0WH
Después de ver cómo el uruguayo revivía de nuevo sus instintos caníbales y le palpaba las carnes a una pobre estudiante que aprendió que nunca debe de conocer a sus ídolos, muchas mujeres aseguraron haber tenido una experiencia similar, además de que Roberto les susurraba comentarios lascivos al oído:
«Me comí a mis amigos, que no te ande comiendo a ti…», «Con esas carnes sobrevivo otros dos meses en los Andes», «Sí me ando perdiendo en tu cordillera, morra», fueron algunas de las frases que Canessca espetaba, solo para seguir sonriendo y fingir que dejó de ser un salvaje después del rescate.
Nos queda claro que después de una experiencia como la que vivió, uno nunca vuelve a ser el mismo. Volver a participar en el mundo, con sus formalidades y convencionalismos, se vuelve difícil cuando, por fortuna o infortunio, ya probaste lo que es vivir alejado de toda esa pretensión. Tal vez Roberto solo es víctima de haber sido rescatado. O tal vez solo es un degenerado que ya probó la carne humana y es cuestión de tiempo para que lo vuelva a hacer.