Por: becario EAD
El día de ayer una usuaria de la plataforma Equis (antes tuiter) llevó el «domingo de bajón» al siguiente nivel y compartió una foto en la que aparentemente había degustado una chamoyada… pero con la novedad de no era una chamoyada.
«Acabo de probar mi menstruación porque me salió un coágulo bastante grande con una consistencia aperitiva. Así que me lo metí a la boca y no sabe mal», escribió la joven en su publicación.
Dicha imagen y su descripción escandalizaron a varios usuarios, quienes consideraron que era un evidente caso de canibalismo y compartirlo en internet no solo era desagradable, sino una falta de respeto.
Sin embargo, el tuit (¿equiseo?) obtuvo algunas respuestas positivas por parte de algunas personas menstruantes «blood friendly», quienes aseguraron también haberse tomado un «periodo de prueba» y compartieron algunas recetas y tips para disfrutar mejor de su «fierro, pariente».
«¡YEESSS, GURLLL!, a mí también me encanta, así escarcho mis micheladas», «¡Con Miguelito sabe con madre!», «Pimienta negra recién molida y 5 minutos a fuego indirecto, no te vas a arrepentir, ¡que chille!», fueron algunas de las respuestas con más interacción.
El equipo de reglólogos y changodescalabradólogos de EAD lleva años estudiando los posibles peligros de consumir la sangre menstrual femenina y no ha encontrado evidencia significativa de que pueda ser nociva para la salud.
Si bien, por obvias razones, alguien que se toma su propia sangre no es de fiar y es cuestión de tiempo para que su sed se vuelva insaciable y comience a cobrar víctimas, algunas prácticas en pareja como el llamado «beso del payaso» o el «vampirazo» parecen ser inofensivas e incluso beneficiosas para aquellos que tienen deficiencia de hierro.
Las reglas son para romperse, pero la pregunta ahora debe ser, ¿también son para beberse?
