El presidente ruso ordenó que sus desechos fueran guardados en una maleta durante su visita a EE. UU.; el Kremlin no quiere que nadie “analice lo que no debe”
Durante su visita a Estados Unidos, Vladimir Putin fue acompañado por un equipo de seguridad que, además de cuidar su vida, cuidó también de sus graciosadas. Literalmente. Según reportes, el mandatario ruso ordenó que cada vez que fuera al baño sus heces fueran recolectadas en una maleta especial para regresarlas a Moscú, con el fin de evitar que servicios de inteligencia extranjeros analizaran su estado de salud.
Con esto queda en evidencia que, cual perrito acomodado que hace sus necesidades para que alguien las recoja, al presidente Putin le gusta que alguien más le cargue su pestilencia. Además de que, obviamente, el hombre que sueña con controlar el mundo no confía en los gringos y, mientras otros cargan souvenirs de viaje, él prefiere llevarse sus “recuerditos”. Si algo nos enseña el Kremlin es que la verdadera fortaleza de un líder se mide en cuántos hombres necesita para cargarle la popó.
