Sabemos que la vida es una montaña rusa: un día tu pequeño soldado está listo para invadir la Normandía de tu vecina sin previo aviso, y al siguiente no tiene la fuerza ni para levantarse a para saludar. Sí, el temido declive viril llegó sin previo aviso, como la suegra que solo venía de pasada, pero ya lleva tres semanas en tu casa.
¿Te preocupas porque el mástil ya no iza la bandera? ¿Tu cañón, otrora tu compañero de mil batallas (que realmente solo fueron 3 y cortas) ahora escupe solo aire comprimido? ¡Tranquilo! No todo está perdido. Ese héroe sin capa aún puede ser útil, aunque sea en labores de intendencia o como reliquia en el Museo de las Cosas Inútiles (de tamaño normal). Por eso, nuevamente, nuestro equipo de expertos en balas de salva y uno que otro armamento que ya tampoco charcha, nos traen los 5 usos más innovadores para ese miembro pensionado al que todavía no le pierdes la fe. Porque, si ya no se levanta a trabajar cuando se le necesita, al menos que haga home office.
- Agitador de cocteles. Si tu compañero de aquellas noches desenfrenadas entre películas cachondonas, pañuelos suavecitos y lubricante improvisado ya decidió adoptar un estilo de vida pasivo, ¿por qué no aprovecharlo como un elegante agitador de bebidas? Imagina la escena: en la próxima invitación a ver el Netflix, que no has contratado, con la morrita que te gusta, sacas tu licorera, le pones un poco de ginebra, hielos, y con toda la dignidad de un barista profesional dices: «¿Se te antoja un Dry Martini? Permíteme agitarlo con mi varita mágica, morra». Con el debido protocolo sanitario (claro está), le podrás ofrecer a esa chica especial una experiencia muy «orgánica».
- Micrófono de karaoke. ¿Eres fan del karaoke, pero tu micrófono de plástico no tiene ese toque realista? No te preocupes, tu soldado caído sigue siendo un excelente sustituto, sobre todo si la que quiere cantar es la morrita que no está tan ‘pior’. En la próxima fiesta, tomas el control del escenario, te plantas con decisión y exclamas: «¡Se me olvidó a propósito el micrófono profesional, pero la que quiera aquí tiene su micrófono de diadema». Solo cuida que no se quiera pasar de vivo, y tomarte la palabra y algo más, Alejandro, el jotito de la oficina que te echó el ojo desde la posada.
- Limpiador de rincones difíciles. Sabemos que la limpieza del hogar es un arte que requiere precisión, y ese pequeño colgajo nostálgico puede convertirse en tu mejor aliado para los rincones inaccesibles. Cuando hagas la limpieza en tu oficina, usa tu ex-gallo de pelea como: limpiador de ranuras del teclado, quitapolvo de rejillas de ventilación o rascador de zonas inalcanzables de la espalda. Nada más no se lo vayas a arrimar, a la feminista de Recursos Humanos o será la última vez que se lo arrimes a alguien fuera de prisión.
- Dispositivo antirrobo. El mundo está lleno de ladrones, y ¿qué mejor que tu fiel soldado caído para ser tu arma secreta contra el crimen? Si alguien intenta robarte, desabrochas el pantalón, sacas tu pequeño verdugo retirado y gritas: «¡Con esto te voy a dar en la madre!». Seguro que el delincuente, confundido entre el asombro y la risa nerviosa, preferirá retirarse, a menos que además de ladrón le guste el arroz con popote.
- Médium de espíritus. Si todo lo anterior falla, puedes reconvertir tu amiguín jubilado en un dispositivo de contacto con el más allá. Organiza una sesión espiritista con pura señora de Las Lomas que se apantallan con cualquier cosa. Colocas tu pene a modo de péndulo místico y lo balanceas para obtener respuestas del otro mundo. Si se mueve ligeramente en un «Sí», si ni se inmuta es un «No». Solo no vaya a ser que algún espíritu picarón decida poseerte de verdad y termine usando tu pendulito para jugar Ouija.
Aunque tu soldado ya no sea el valiente paladín de antaño, aún tiene mucho que ofrecer: agitar tragos, cantar rancheras, limpiar el horno o espantar ladrones. Así que la próxima vez que mires hacia abajo y veas a tu pequeño general en retiro de tamaño normal, no te sientas triste. Mejor úsalo para algo creativo, porque aunque la bandera ya no ondee, el mástil aún puede sostener la carpa de esos calzones agujerados que te encantan.