Llegar a los 30 es un hito importante en la vida de cualquiera. Dejas atrás la juventud eterna y entras en una etapa donde apenas te levantas y todo empieza a doler sin motivo aparente. Pero, ¿qué pasa cuando decides que es momento de ponerte en forma y empezar con un riguroso entrenamiento de cardio y fuerza? Un experto nos comparte las claves para hacerlo, pero con una advertencia bien clara: «Mejor no lo haga, compa».
El experimentado entrenador de fisico-constructivismo e instructor especialista en muniers en el gimnasio «Asústame panteón», Godofredo Peniche, compartió con el equipo de EAD las razones por las que no vale la pena arriesgarse a un sufrir un desgarre, una fractura o, de plano, ya abandonar este mundo cruel.
- ¿Correr o no correr? Dicen que correr es bueno para el corazón, pero pasados los 30, correr puede ser más una cuestión de sobrevivencia que de salud. Cada paso que das te recuerda que ya no eres el jovenzuelo de 20 años que podía correr un maratón y luego irse de fiesta. Ahora, con cada zancada, te duele un músculo que ni siquiera sabías que tenías. Y ni hablar de esa rodilla que cruje como si fuera una puerta vieja. El experto lo dice claro: «Si vas a correr, que sea solo para alcanzar el micro, compa. Y si lo pierdes, mejor busca Uber».
- Que no te digan «El Jorobas». Las pesas. Esos bloques de hierro que en teoría deberían hacerte fuerte y musculoso, pero que en la práctica solo aceleran tu cita con el fisioterapeuta. Después de los 30, levantar pesas es como jugar a la ruleta rusa con tu columna vertebral. ¿Te sientes bien levantando esos 20 kilos? Disfruta, porque mañana no podrás levantarte ni de la cama. El experto aconseja: «Si quieres levantar algo pesado, que sea solo el control remoto o el tarrito de cerveza, compa. Más seguro y sin riesgo de hernias».
- Ni que fueras de hule. Las flexiones son un clásico en el entrenamiento de fuerza. Pero después de llegar al tercer piso, cada vez que te tiras al suelo para hacer una, te preguntas si realmente vale la pena levantarte. ¡Ah, claro, el orgullo! Ese que te dice que aún puedes hacerlo, pero que no te avisa que tus brazos temblorosos están a punto de colapsar. «Haz flexiones solo si estás seguro de que alguien puede ayudarte a levantarte después, carnalito», sugiere el experto con una sonrisa irónica.
- El único Six-Pack que te cuesta un huevo. Todos sueñan con tener un abdomen marcado, pero a los 30, lo único que puedes marcar es la diferencia entre un abdominal, un espasmo muscular o el resorte del calzón. Intentar lograr un six-pack a esta edad es como tratar de encontrar una aguja en un pajar: te puede llevar años y, al final, solo obtienes un dolor lumbar crónico. El experto lo deja claro: «Si quieres ver algo marcado, lánzate al supermercado en la mañana».
- No, no nos referimos al caballero de Cisne. El yoga se vende como la solución a todos los problemas, pero a tu edad, papito, doblarte en esas posiciones imposibles solo te recuerda que ya no eres tan flexible como antes. Cada estiramiento es una pequeña tortura que te hace preguntarte en qué momento perdiste la capacidad de tocarte los pies sin sentir que te rompes en dos. «Haz yoga solo si tienes un buen seguro médico, mi compa. Porque la ambulancia no es barata», advierte nuestro experto.
La verdad es que mantenerse en forma después de los 30 no es imposible, pero requiere más esfuerzo, paciencia y una buena dosis de realidad. Si eso es para ti, no lo dudas, sé hombre y hazlo. Pero si no, haz caso a nuestro experto, que nos ha dado las claves, pero también nos ha dejado una lección importante: «Mejor no lo haga, compa». A veces, es mejor aceptar que la juventud se fue y que el mejor ejercicio es el de la levantada del tarro, la puñetita y el descanso prolongado.
Así que, si ya pasaste los 30 y estás pensando en empezar un riguroso entrenamiento de cardio y fuerza, recuerda: el mejor entrenamiento es el que no te deja adolorido al día siguiente, o al menos, que no te haga arrepentirte de haberte levantado de la cama.