Luego de que la autoridad electoral, al servicio del régimen, declarara la victoria, en las elecciones presidenciales, del dictador de Venezuela y gemelo perdido de cierto periodista de TV Azteca, Nicolás Maduro Moros, las protestas y la división entre gobiernos de izquierda y de derecha del mundo no se han dejado esperar. En el propio país, miles de ciudadanos han salido a las calles para buscar qué comer, pero también para protestar por el evidente chanchullo que les aplicaron en los resultados electorales.
La victoria de Maduro ha estado empañada por denuncias de actos de represión contra los opositores y personajes que, bien metiches, intentaron participar como observadores del proceso. Ejemplo de ello son los panistas Vicente Fox, a quien no dejaron ni llegar, y Marko Cortés, a quien mandaron a Perú, con todo y chivas. Ya durante el día de la elección, el domingo pasado, el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el propio Maduro, salió con la sorpresa de que, a pesar de las encuestas y los datos de la oposición, el ganador fue, nuevamente, el hombre con el bigote más naco de toda Latinoamérica.
El organismo informó el mismo domingo que Nicolás Maduro había obtenido 51.2 por ciento de los votos, en una tabla que muestra cifras de votación superiores al cien por ciento, un cálculo matemático que solo le sale a los gobiernos de izquierda. Ya para el lunes, varios simpatizantes de la oposición, quienes ya quieren volver a comer aunque sea pollo, salieron a las calles para protestar, tumbando más de una estatua de su dictador anterior, Hugo Chávez, y quitando propaganda de Maduro. Se cree que algunos intentaron comerla, pero sabía muy culero.
Por otra parte, mientras países como China y Rusia no tardaron en felicitar al bigotón, otros gobiernos de derecha, incluido Estados Unidos, se han manifestado en contra de todo el cochinero, lo que llevó a que Nicolás Maduro les exigiera que saquen a su personal diplomático a la chingada, antes de que algo les pase. En México, el Licenciado optó por el «ni fu, ni fa» y dijo que esperaría a que la cosa se calme.
«Por mí hagan si berrinche. Si la autoridad electoral, donde tengo trabajando a un muy querido compadre, dice que yo gané, pues yo gané y se aguantan. Aquí vamos a defender todos los votos de quienes quieren que siga defendiendo al pueblo venezolano, sobre todo el mío, que vale como por el doble de todos ustedes culeros. ¡Qué viva la revolución bolivariana! ¡Qué mueran los yanquis! ¡Qué viva el pajarito de Hugo Chávez!», se cree que habría dicho Nicolás Maduro, mientras ensayaba su mensaje a la nación, con el fin calmar los ánimos.