«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí» reza el famoso microrrelato de Augusto Monterroso, que algunos estudiosos de su obra han relacionado con la permanencia del PRI en el poder durante 70 años. Justo como un dinosaurio, pero ya dando los últimos coletazos antes de su extinción, lo que queda del PRI se juntó este domingo para celebrar su asamblea, misma en la que Alejandro «Alito» Moreno logró lo necesario para permanecer al frente del partido hasta el año 2032. Ocho años más de bótox y cirugías a cuenta de las prerrogativas del partido.
A puerta cerrada y rodeado de puro aplaudidor de tan modificado rostro, Alito logró que el partido aprobara modificar los estatutos para perpetuarse en la presidencia del partido. Esto a pesar de los berrinches de sus detractores, entre quienes se encuentran el exdirigente y capo de una de las mafias que controlaron el partido en mejores tiempos, Manlio Fabio Beltrones; la señora de los huipiles que no es la Chóchil, Beatriz Walls (Paredes, para quienes no dominan el idioma shekspiriano); y otros argüenderos a quienes no les tocó nada de la rebanadita del pastel que les dejó el Licenciado.
«Aquí hago un compromiso con ustedes, con el PRI y con México. Si esto se va a la chingada, nos vamos juntos, pero si logramos sobrevivir, como los dinosaurios que terminaron volviéndose gallinas, ni modo, así pelearemos por recuperar nuestro honor, la justicia y el futuro de México. Eso sí, lo más seguro es que, a como vamos, no lleguemos ni a 2027, pero lo importante es que arrugas no me van a ver más que en la cola porque mañana mismo me voy a poner mi retoque de bótox para ponerle cara al régimen dictatorial del Licenciado», pudo o no haber sido parte del mensaje que dirigió Alito a sus porristas, mientras, inexpresivamente, intentaba mostrar sus emociones con el rostro entumido de tanta picada de bótox.
Cabe mencionar que se suscitaron algunos conatos de bronca al exterior del recinto, como en los mejores tiempos del PRI, dado que no se dejó pasar a militantes que no comulgaran con el Calamardo guapo del tricolor, salvo algunos que se alcanzaron a colar y que empezaron a gritar contra la reelección. Lamentablemente para ellos, no bastó para que los pelaran y tendrán que aguantar a Alito otros ocho años. Si es que viven hasta entonces para contarla.