Por: becario EAD
Es un hecho que existen nombres que, por su naturaleza humillante y ridícula, no deberían existir. Tal es el caso de Iñaki, Juvencio, Refugio (si tienes menos de 72 años), Darwin, Omar o Raúl, los cuales, a pesar de cargar una connotación negativa, siguen circulando por el registro civil.
A diferencia de estos nombres, que existen, pero no deberían de hacerlo, también existen palabras que debieron ser nombres propios, pero desafortunadamente terminaron siendo algo más, algo no necesariamente bueno, dejando espacio para que siga creciendo la epidemia de Santiagos y Mateos o para que alguien por alguna razón decida que es buena idea ponerle a su hijo TENOCH.
Traemos para ustedes una recopilación de palabras que arruinaron para siempre lo que pudo ser el nombre de alguien (puedes usarlos bajo tu propio riesgo, que nadie te diga cómo no puedes nombrar a tu retoño):
Prepucio: Probablemente pienses que si alguien se llamara así, lo agarrarían de bajada, pero si ignoras su significado te darás cuenta de que podría ser muy buen nombre para algún licenciado, líder de opinión o incluso para un deportista, lamentablemente alguien decidió que así es como teníamos que llamarle a la hoodie para pene.
Ovario: Solo imagínalo… «Ovario, el revolucionario líder sindical», «Ovario, el cantante de corridos tumbados». No cabe duda de que sería un nombre con bastante carácter y con presencia, sin embargo, terminamos llamándole así a los testículos de mujer.
Omelette: Si el desayuno más sobrevalorado de todos los tiempos no se hubiera llamado así, sin duda sería un muy buen nombre femenino, con un aire francés, muy al estilo de nombres como Colette o Juliette. No puedes negar que se escucha de huevos.
Zoofilia: Lo tiene todo: suena elegante y glamouroso, te hace imaginar a una mujer refinada, pero a la vez caprichosa y obstinada. Lástima que solo terminó siendo lo que te dan ganas de hacer cuando vez a Lola Bunny en Space Jam.
Homicidio: Sabemos que de primera mano puede sonar un poco fuerte, pero si echas a andar a tu imaginación, notaras que es un nombre de quien sería un respetable dueño de una miscelánea, justo con sus precios y amigo del vecindario. Por azares del destino, acabamos nombrando así a lo que te dan de postre cuando vas a comer a La Polar.
Clamidia: Es evidente que es un nombre bastante contagioso, aunque les arda aceptarlo. Por desgracia, un día Zoofilia hizo de las suyas y alguien decidió cogerse a un koala, arruinándonos para siempre lo que pudo ser un excelente nombre de secretaria.
Uterino: «Don Uterino siempre es muy atento, me ayudó mucho con todo lo de mi mudanza» o «Desde que don Uterino es el velador del edificio, me siento mucho más tranquila», son frases que lamentablemente nunca vamos a escuchar porque alguien decidió llamarle «cuello uterino» a lo que claramente debió llamarse pescuezo vaginal (no confundir con Joaquín López-Dóriga, alias «el pescuezo de vagina»).
La lista podría seguir, pero sabemos que tienes cosas importas que hacer, como ponerle Jorge al niño. Hacemos una mención honorífica para «Angosto» y «Estrecho» que iban a quedar en la lista, pero no dieron el ancho. También aprovechamos para darte nuestra recomendación: si estás buscando nombre para tu cría, no te compliques… si es niño: Águila, si es niña: Descalza.