Hay cosas que uno acepta con la edad: la panza chelera, el dolor de espalda con solo toser, que el reguetón moderno ya no tiene letra… y que ese compañero de mil batallas (ni son tantas, pero bueno) ya no responde como antes. Antes era el primero en levantarse. Hoy, es el último en enterarse de que hay acción (que tampoco hay tanta, pero sigue soñando).
Sí, querido lector: hablamos de tu pene, ese compañero fiel que hoy ya no es tan leal como lo fue en tu época de semental. Si antes era un sable, ahora parece más un popote de cartón que a la primera mojada se pone más endeble que plastilina. Si antes era bandera al viento, ahora es trapito mojado.
¿Y lo peor? Ni con viagra de 100 mg, ni con rezos, ni con sobadas tibetanas. Por eso, como cada entrega, nuestro entusiasta equipo de expertos en las artes del levantamiento de cabeza con tortícolis nos traen las 5 claves para revivir al soldado caído, o al menos evitar que se te quede tirado en plano combate.
1. Acepta que no eres el de antes. Lo primero es aceptar la derrota como todo un héroe retirado. Tú sigues creyendo que eres el galán de los noventa, el que con una mirada encendía pasiones… pero tu pareja ya te ve más como el que ronca, se pedorrea mientras duerme y pide desayuno en la camita para no fatigarse. La testosterona ya no fluye, compadre, y quizás nunca lo hizo como debió. Es más, parece que ha estado en huelga desde tu pubertad.
2. Menos cerveza, más ensalada. El pene no es independiente, por desgracia. Está conectado a todo tu sistema. Si comes como puerco, vives estresado y roncas como tráiler, no esperes que funcione como espada láser. La circulación es clave, y eso no se logra con tacos de tripa y Coca-Cola de dos litros. Hazle caso a la nutrióloga, aunque sea la del TikTok. O al menos camina, en vez de solo arrastrarte emocionalmente. Además, si eres de los que su barriga les tapa la vista al instrumento, tal vez el problema no es solo que no se pare, sino que ya ni se ve.
3. Hazle cariñito. Muchos hombres se ofenden cuando el pene no responde, pero jamás lo cuidan o le hablan bonito. Tu pene es como una mascota: si lo ignoras, se deprime; si lo fuerzas, se esconde. El calentamiento antes del acto no es opcional, es indispensable. Ya no estás para llegar como adolescente en noche de viernes, directo al punto. Ahora necesitas preludio, ambientación y una playlist del Guatemático de la canción.
4. Explora alternativas. ¿Terapia? ¿Tantra? ¿Fisioterapia de piso pélvico? ¿Ejercicios de Kegel? ¿La bombita de Andrés? Bueno, casi todo se vale, si quieres rescatar al soldado Ryan. El que se ríe del ginseng hoy, mañana llora con la mirada perdida viendo el techo. Mejor consulta a tu médico, a un sexólogo o, mínimo, a alguien que no sea tu compa, el que vende suplementos pirata.
5. Deja de fingir que el sexo es solo cochar. La sexualidad no se acaba porque tu amiguito ya no quiera saludar con firmeza. Existen mil formas de dar y recibir cariño. Solo recuerda ser siempre el que dé por atrás, nunca el que recibe.
Sabemos que nuestro «miembro» se puede portar como un ingrato, pero no le eches la culpa solo al pobre. Lleva años aguantando tu mala dieta, tus cero horas de ejercicio, tu estrés, tus deudas y tus excusas. Si quieres que vuelva a ondear como estandarte de batalla, cuídalo, acéptalo y evoluciona con él. Y si de plano ya no responde, no llores. No es el fin del mundo, solo de tus citas apasionadas. Igual, todavía te quedan tus tres días de suscripción en Netflix (pero sin chill).