Las autoridades colombianas detuvieron a la cabecilla de una banda dedicada a fabricar y distribuir dulcecitos con mona, mota, perico y demás sustancias sintéticas, junto con tres de sus cómplices, quienes formar parte de una de las mayores organizaciones de la capital. A pesar sus 73 años, se presume que la abuelita lideraba el negocio.
La hábil y conspicua abuelita vendechochos, cuyo nombre es Blanca Rosa Betancourt, y sus secuaces vendían sus gomitas mágicas en colegios, universidades y lugares de entretenimiento nocturno, o Centros de Atención al Cliente, como se les podría conocer en Colombia.
La cabecita blanca, quien se encargaba de la fabricación, fue encontrada con 500 pastillas de diferentes colores, sabores y tamaños, 55 celulares, bolsitas con mota y perico, además de dinero, un arma, un arnés y tres condones. Aunque quizá esto último no sea cierto.
Doña Rosita, como la conocían en el barrio, elaboraba gomitas con cocaína rosa y fentanilo, además de otras drogas y componentes, por lo que ya fue enviada a la cárcel y se espera que se le condene por unos pedillos como «tráfico, fabricación y porte de estupefacientes y concierto para delinquir» o, como le conocen en Colombia, Educación Básica y Media Superior.
Se cree que la anciana se inició en este negocio porque su apariencia bonachona la hacía pasar inadvertida y así pudo acrecentar el bisne inclusive por internet y redes sociales, lo que nos hace desconfiar de las tías que se la pasan con el celular y en el Feis.