Nadie ha dicho que la vida de los creadores de contenido, también llamados «influencers», es fácil. Ser famoso en redes sociales tiene un precio a pagar, como el de renunciar a tu vida privada, a tu dignidad, a tu credibilidad como ser humano, y un sinfín de cosas más, pero definitivamente lo que no suele estar en esa lista, es pagar por comida, ropa, accesorios, cuentas en el antro, y lo que sea que puedas gorrear aprovechándote de tu plataforma digital.
Se ha viralizado el caso de un grupo de TikTokers que, después de un largo día de grabarse bailando y de inventar polémicas, decidieron desestresarse yendo a un restaurante bastante exclusivo de la calle Masaryk, en Polanco. En la mesa se encontraban FannyLaMami, ItsGrecia y PaolaMakeUp, que suben contenido de maquillaje y de “chismecito”, Nicolás Araujo, que sube contenido del tipo “gay ocurrente”, y otra chica que no es famosa porque decidió sí estudiar la universidad, pero andaba ahí de acople.
Después de pedir casi todos los platillos de la carta, de los cuales no se comieron ni la mitad, pero se veían muy bonitos en las historias, y con el hocico más caliente que el tragafuego que incendió a unos mariachis porque se pidieron casi toda la coctelería, decidieron mudar la velada a casa de Nicolás, donde los esperaban las babitas de una patona de Bacardí.
Una vez listos para abandonar el lugar, un mesero se encargó de entregarles la cuenta, lo que los tomó por sorpresa porque les estaba pidiendo que pagaran con dinero real y no con menciones en Instagram o alguna colaboración.
Al principio pensaron que se trataba de un malentendido y pidieron hablar con el gerente, al que le explicaron que eran celebridades de la internet y ellos no acostumbraban a hacer esas cosas de gente común. El gerente, un tanto ensordecido por el rugir de esas tripas, trató de guardar la compostura y les dejó claro que esa cuenta de 12 mil pesos tenía que saldarse.
«Mínimo fueran uno de los influencers chidos, como Adrián Marcelo, o el pelos de pucha de Luisito Comunica, pero, ¿ustedes qué? Ni los topo, morros», también agregó.
La chica que no es influencer que, a diferencia de los demás, todavía le habla a su familia, le tuvo que decir a su padre que le transfiriera el dinero de la cena, el cual los TikTokers le van a pagar con una mención en sus historias para publicitar su negocio de autopartes.
«No lo podemos creer, nunca nos habían tratado así en ningún restaurante… En verdad no vengan, su servicio es de lo peor», compartió una de las chicas, terriblemente agitada, para sus 7 mil seguidores.