Un joven viajó a Rusia a aprender el idioma y, con un poco de suerte, conseguirse una rusa… pero se encontró con unos pelotones muy diferentes a los que tenía contemplados.
Sus tres lecciones de Duolingo previas no le ayudaron a la hora de firmar un sospechoso contrato, el cual estaba todo en ruso y, por alguna razón, lo becaba siempre y cuando cumpliera unas pequeñas condiciones, como trabajar bien bajo presión, no tener el pie plano, y poder pronunciar frases sencillas como «pura gente del señor Putin». Ahora se encuentra en el frente de guerra en Donetsk, territorio ucraniano ocupado por Rusia, y sus padres buscan la manera de regresarlo a su natal Argentina. Al menos le está yendo mejor que a sus compatriotas que se fueron de meseros a la Condesa. Que su dios Maradona nos lo ampare.







