Imane Khelif, la boxeadora argelina (sic) que sacudió las redes este verano tras colgarse la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París, ha vuelto a ser noticia, y no por su técnica ni por sus golpes de vato, sino por la inesperada revelación de que posee cromosomas XY y testículos internos. Según el periodista francés Djaffar Ait Aoudia, Khelif padece una rara condición llamada deficiencia de 5 alfa reductasa, lo que, en sus palabras, la clasificaría (sic) como lo que todos ya sabíamos: un hombre, todo un macho calado.
El periodista, que se lazó a la tarea de exponer este «secreto a voces», publicó un informe médico que, aunque podría haber sido elaborado por cualquier estudiante con conocimientos básicos de Microsoft Word, confirma la popular frase de El Divo de Juárez: «lo que se ve no se pregunta». Entre detalles anatómicos y tecnicismos genéticos, el documento sugiere que la campeona olímpica debería reconsiderar su medalla, pues es más hombre que munier, por lo que no debería haber competido en una categoría de mujeres.
El Comité Olímpico Internacional (COI), todo tibio en estos asuntos como siempre, ya había decidido que la «composición cromosómica» de Khelif no constituía ninguna ventaja decisiva. Sumado a que argumentaron que Khelif ha perdido múltiples combates frente a mujeres cisgénero, lo que, además de mentirosa (sic), la vuelve pendeja (sic).
Si bien el informe no ha sido verificado y solo publicó un par de párrafos y un sello apenas visible, eso fue suficiente para que resurgiera la polémica. Por supuesto, el COI ha hecho lo que mejor sabe, es decir, hacerse pendejo y como que no le incumbe, por lo que, hasta el momento, Khelif sigue siendo la campeona olímpica (sic). Así que, si alguien tenía la esperanza de que devolviera su medalla, quizá deban esperar sentados hasta que le rompan el hocico en las próximas olimpiadas.
Eso sí, por ahora, el oro sigue colgando en el cuello de Khelif, a diferencia de otras cosas que le deberían colgar, pero que la biología decidió que se quedarán guardadas. Lamentablemente, con la complacencia de organismos y colectivos progresistas, Khelif podrá seguir madreando mujeres a placer.
