A pesar de tanto lloriqueo y golpe de pecho de sus incondicionales, sobre todo del seudomaestro en Periodismo, «Lord Molécula», Andrés Manuel López Obrador, Presidente de las sobras para llevar que llamamos México, se despidió de su morning show. Luego de más de mil 400 episodios en los que, cual programa de «El Chavo del Ocho», entretuvo a propios y extraños por medio de su espectáculo mágico, cómico y musical, por espacio de dos a tres horas diariamente. Si bien es cierto que la Doctora ya anunció que tendrá su propio show, todos sabemos que nunca será lo mismo.
Tal como lo expresó el propio Licenciado, el viernes 27 de septiembre presenciamos la última emisión de su show, bajo el formato de preguntas a modo y respuestas con sus «otros datos». Si bien, este lunes estuvo al pie del cañón como cada madrugada, su espectáculo tuvo un tono más festivo o, en sus palabras, de «fiestón y bailongo». Algo más relax y tranqui, pues. Porque no importa que al cierre de su sexenio el país se encuentre entre desgracias por fenómenos naturales y la peor crisis de seguridad, para él todo está «requetebién» y es lo que importa.
Entre las monerías que se llevaron a cabo este lunes, el último show del Licenciado incluyó un emotivo mensaje, esta vez sin preguntas, y un convivio con los hambreados chayoteros infaltables a sus conferencias, para agradecerles por estar siempre a su servicio, a cambio de unos tamalitos de chinchayote y agua de xoconostle.
Además del merecido festín, el Licenciado les rifó su humilde reloj, porque, si en algo se especializó nuestro tlatoani, fue en hacer tandas y rifas, como buen presidente de vecindad. Ya para rematar, se develó un retrato oficial, donde las futuras generaciones podrán apreciar a quienes se vendieron al poder por un huevito revuelto y tres pesos.
«¡Ánimo! Se acabó lo que se vendía. Sé que ahora me van a extrañar, pero ahí estaré en mi rancho para quien me necesite, menos para ti, pinche Lord Molécula, primero acaba esa tesis. Pero no se preocupen, ahí les dejo a mi “presirvienta”, je, je, je. Trátenmela bien y no me la hagan enojar, porque ella aguanta menos, es más corajuda, pero no había nadie más a quien pudiera mangonear, así que fue lo menos peor que encontré. Si se portan bien, a lo mejor ella sí les sirve su desayuno continental o croquetas con pedigrí, ja, ja, ja», se presume que les habría dicho el Licenciado, palabras más, palabras menos, a quienes cubrieron su morning show durante los casi seis años de su primer sexenio. Justo el trato que se merecen. Hasta siempre, Licenciado.