Es terrible la situación a la que se enfrentan los habitantes de Jamaica, Cuba y Haití: viven ahí.
A su paso por estos países, el huracán Melissa —uno de los más poderosos de los últimos años— pudo haber dejado una estela de muerte y destrucción pero, para fortuna o para desgracia de los caribeños, sus islas ya estaban destruidas desde antes de las lluvias y los vientos.
Aunque el huracán no tocó tierras mexicanas, los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero, entre otros, también yacen en ruinas, sin que esto tenga algo que ver con el fenómeno meteorológico.
Los huracanes deberían ser eternos.
