Por: becario EAD
Alan Estrada, conocido como «Alan por el mundo» por su canal de viajes en Youtube, o también como «Alan por el Inmundo», por sus posturas, ha causado polémica por usar sus redes sociales para opinar sobre distintas causas políticas y aprovechar su plataforma para hacer activismo.
Recientemente, Alan fue tema de conversación por haber viajado en el sumergible «Titán» antes de que implotara trágicamente, y desde entonces no ha dejado de hundirse. El youtuber se ha encargado de defender a minorías y grupos vulnerables, llegando a límites poco sanos y preocupantes, como una vez que lo sorprendieron gritándole a una nube por no ser lo suficientemente incluyente y tolerante:
«Era super blanca y normativa», alegó aquella tarde afuera de su casa.
En estos días, mucha gente se ha percatado de que Alan está más reactivo de lo normal a la hora de ser cuestionado por su incesante discurso progresista. En su última transmisión en vivo, se mostró más sensible que de costumbre y se abrió con sus seguidores al compartir su indignación y hartazgo, al punto de llegar a las lágrimas:
«Estoy harto de que los hombres queramos opinar sobre todo, cuando solo deberíamos ser aliades. Calladitos nos vemos más bonitos», comentó para luego expresar sus opiniones sobre temas varios, en especial del feminismo y de la comunidad trans.
«La expectativa de vida de las personas tránsgenero es de 35 años… ¿Cómo es posible? ¿Qué hacemos mal? ¿Cuántos más? Los transexuales deberían de ser eternos…», gimoteó Alan mientras se quebraba en llanto y explotaba de empatía.
El influencer habló sobre la comunidad LGBT, pero también sobre la comunidad indígena, los grupos migrantes, la gente en situación de calle, las personas inválidas, las swifties, los metaleros y demás grupos vulnerados que luchan contra prejuicios e injusticias a causa de la intolerancia e ignorancia de la gente.
A pesar de las críticas, Alan Estrada sigue luchando por todas las personas en situación de víctimas y se ha vuelto un justiciero para la gente que se pelea con vasos de Starbucks. Tal vez no sea el super héroe que merecemos, pero sí el que necesitamos ahora.
