Tal como le aprendieron al ajedrecista más dicharachero y cotorro de la política mexicana, el expresidente Andrés Manuel López Rifador, el Senado mexicano decidió darle un toque de emoción a la justicia mexicana, transformando su sesión en un sorteo de feria de rancho para definir 850 plazas de jueces y magistrados que se elegirán en 2025. Sin la presencia del PAN ni de Movimiento Ciudadano, porque de seguro tenían cosas más importantes, pero, eso sí, con un notario público (porque la formalidad ante todo), se armó la tómbola judicial, que destituyó de un plumazo a 711 jueces y magistrados que ya deberían ir actualizando su CV antes de que los saquen de sus oficinas. Total, la suerte está echada y parece que no hay vuelta atrás.
La escena se convirtió en una especie de juego de lotería, donde las pelotas de la tómbola rodaban por el suelo mientras los senadores de Morena, PRI, PT y PVEM trataban de mantener la compostura. Al frente del espectáculo, el ahora muy acicalado Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, explicó hasta tres veces el proceso de «insaculación», palabra que, aún no se sabe por qué, puso muy inquieto al senador Manuel Velasco.
Debido a la ausencia de panistas y emecistas, la sesión arrancó con apenas 66 legisladores presentes, justo uno más del quórum mínimo. La idea fue simple: determinar qué juzgadores irían a la elección popular en 2025 y quiénes tendrían el privilegio de sobrevivir hasta 2027. Todo esto por medio de una herramienta confiable e infalible como lo es la tómbola. Se sabe. Entre las bolas numeradas y la confusión, más de uno debió preguntarse si estaban definiendo cargos judiciales o las parejas para el intercambio de la posada.
El show digno de festividad autóctona, en donde suelen presentarse los enanitos toreros, continuó durante más de seis horas, con las pelotas de la suerte, un notario que anotaba cada movimiento y senadores que trataban de mantener la seriedad. Noroña, convertido en un maestro de ceremonias, que recién salió de una alcantarilla, insistía en que «no hay nada que pueda detener esta elección». Lo bueno es que los jueces y magistrados, que ya se pueden despedir de su empleo gracias a la suerte, podrán inscribirse para las elecciones y hacer campaña junto a su vecino drogadicto que sacó la carrera de abogado de panzazo.
Por supuesto, no faltó el toque dramático. Desde la comodidad de su sala de estar, el dirigente del PAN, Marko Cortés, acusó que la tómbola judicial carecía de certeza jurídica. Vamos, que no era más confiable que un bingo de barrio. También recordó que hay amparos en proceso, lo cual podría ponerle un freno al frenesí de la suerte senatorial. Para rematar, exigió que también se lleve a la tómbola la elección de la película que debe ver el próximo miércoles de dos por uno. Vivimos en un mugrero donde no hay salvación. Ya mejor que nos lleve Diosito.