Por: becario EAD
El influencer regiomontano Adrián Marcelo fue entrevistado por Yordi Rosado para su canal de YouTube. Aunque todo mundo esperaba llantos, drama, la confesión de un crimen y demás cosas que acostumbramos a ver en ese programa, la entrevista tomó un tono inesperado.
Bastaron dos sorbos de mezcal, además de las otras sustancias que seguramente ya tenía en su sistema, para que el youtuber confesara algo que tenía muy adentro: fantasea con ser penetrado por un varón. Mientras Adrián desarrollaba su idea, explicando que «los hombres tenemos una homosexualidad reprimida», a Yordi se le salían los ojos de solo imaginarlo:
«¿Te caeeeee?, ¡NOOOOO MANCHEEES!», contestaba Yordi justo como en las otras 179 entrevistas que ha subido a su canal de YouTube.
Para este punto la entrevista ya se había tornado bastante extraña. A Yordi no se le veía tan incómodo desde que se vistió de abejita para la carrera de botargas en Otro Rollo; por otra parte, a Adrián no se le veía tan intoxicado e impertinente desde su última aparición en cualquier medio de comunicación.
A pesar de la insistencia del regiomontano en hostigar a su entrevistador y querer empinarlo junto con él, Yordi, en un trabajo de escapismo brutal, logró llevar la conversación a otros temas menos oscuros. Igual ya era demasiado tarde, Adrián Marcelo había mostrado sus verdaderos colores: los del arcoíris, y todo el país ya sospechaba que Yordi no era el único Rosado en la sala de grabación.
La entrevista continuó y se tocaron otros temas menos profundos, pero igualmente polémicos, como el consumo de drogas, donde el influencer confesó haber probado más de 10 drogas diferentes, entre ellas el éxtasis, él LSD, poppers (anodilatadores), la caspa de Mario Bezares (cocaína) y hasta una rata con thinner.
Cambiando drásticamente el tema, también compartió que es un chico de casa y que, por lo mismo, salió de casa de sus padres hasta que cumplió los 30 años, y aseguró que sus padres siempre lo apoyaron y lo hicieron sentir como si estuviera en un hotel de 5 estrellas. Mientras tanto, el público en casa solo se podía preguntar una cosa: ¿Y para cuándo sale del clóset?
