Aterrizó en México el primero de los aviones sin combustible que la Fuerza Aérea Mexicana envió a Israel para rescatar a los ciudadanos mexicanos que quedaron atrapados en medio de los catorrazos entre un grupo militar con armas de última generación y un grupo de bebés, mujeres y ancianos israelitas.
Los 135 pasajeros del vuelo piloto de la aerolínea Mexicana, operado por la SEDENA, arribaron a tierras mexicanas este miércoles pasadas las 19:00 horas para dar lugar a las ya tradicionales cursilerías que pasan siempre en estos casos.
Primero, al bajar del avión, una señora no pudo reprimir la necesidad de besar el suelo mexicano para contagiarse de la enfermedad nacional, la tifoidea; mientras que el resto de los pasajeros bajaba del avión al grito de «sí se puede»: esa oda mexicana a la mediocridad que uno canta cuando, precisamente, no se pudo.
Minutos después, el personal de la SEDENA los formó en fila para que la prensa pudiera fotografiarlos bien y promocionar la eficacia de sus aerolíneas. Ya en la fila, los recién llegados volvieron a entonar el «Cielito lindo» que ya habían cantado en el aeropuerto, pero nunca es demasiado mame para un verdadero mexicano.
Todo era risas y diversión hasta que los «rescatados» descubrieron el terrible hecho de que habían aterrizado en el AIFA, y no en el AICM. Algunos estallaron en llanto, otros instintivamente se guardaron las carteras en la bolsa frontal del pantalón, y unos pocos volvieron a subirse al avión, con la esperanza de que mejor los devolvieran al epicentro del conflicto.