Después de haber posteado tus 20 historias de rigor desde la playa con la frase «Bendecido y afortunado», ahora estás maldiciendo en el Oxxo porque tu tarjeta ya ni pita. Se te fue todo: el aguinaldo, el fondito de emergencias, el préstamo de tu mamá, y lo que le robaste al cochinito de tu carnal. Y sí, lo aceptas: estás más seco que torta de tamal de hace una semana.
Pero ¡tranqui! No hay por qué perder la dignidad (la poca que te queda), porque nuevamente, nuestro arriesgado grupo de expertos en deberle a Coppel y deudores alimenticios de confianza nos traen los 5 tips infalibles para fingir que sigues siendo una persona económicamente funcional, aunque por dentro ya estés pensando en vender tus órganos por Mercado Libre.
- Recicla outfits como si fueran votos en elección dudosa. Ya te vieron tres veces con la misma playera. Dos más y te la confunden con uniforme institucional. Pero tú tranquilo, tú di que estás explorando tu fase minimalista, inspirada en los valores de la moda japonesa, donde menos es más y el olor corporal es necesario para alcanzar el contacto con tus ancestros.
Si el pantalón ya tiene rotos sospechosos, tú di que es street style o alguna nueva prenda de Balenciaga. Si los calcetines no combinan, tú di que es una tendencia escandinava. Y si los zapatos ya parecen chanclas, pues tú di que es vintage artesanal, edición limitada, hecho por monjes ciegos de Oaxaca. Si ya hueles como taxi encerrado, échate desodorante de ambiente o ráscate discretamente con limón. Nadie notará la diferencia. Bueno, casi nadie.
- Saca fiado con labia fina, como si estuvieras ligando a tu ex tóxica. No digas «fiado» porque se oye jodido. Dilo como si fuera trato entre empresarios: «Don Pepe, le propongo una inversión temporal basada en la confianza mutua y una promesa de retorno a corto plazo. Bueno, no tan corto». Traducción: «¿Me da un Gansito y una Coca, y me lo anota?». Y si Don Pepe te mira feo, suelta la bomba emocional: «Es que vine a dejarle flores a mi abuela. Que en paz descanse». Aunque la abuela siga viva y jugando dominó.
- Haz rendir las sobras como si estuvieras en pleno Apocalipsis. En el refri te queda media sopa Maruchan y un aguacate que ya cruzó al otro mundo. ¿Y? Tú agarras lo que hay y lo combinas como si fueras participante en MasterChef: Sopa + arroz del domingo + un quesito mordido = «cena fusión postmoderna».
Si alguien te pregunta por qué hueles a cebolla recalentada, di que estás probando remedios ancestrales contra el mal de ojo. No tendrás dinero, pero tienes justificaciones. Y eso vale más que el Bitcoin.
- Llénate la boca hablando de tus vacaciones. Que no se diga que te falta flow, aunque te falte efectivo. Si no hay comida, cama o chamba, pues hay chisme. Cuéntale a todos que en la playa hiciste paracaidismo o que te reconectaste con tu «yo interior», y que los atardeceres te enseñaron que la vida es una ilusión, como el cochino dinero.
- Entra en «modo zen», aunque sea a la fuerza. Ahora que no puedes comprar ni una Maruchan, di que estás en un «retiro espiritual urbano» o que estás haciendo desintoxicación social, financiera y de gluten; o que prefieres caminar porque «los carros dañan el planeta», no porque no te alcanza ni para el cuartito que le ponías al Chevy. Diles que meditas en el parque porque «la naturaleza te llama», aunque en realidad no puedes pagar Netflix y necesitas distraerte viendo palomas pelearse por una dona.
Recuerda, está bien si estás quebrado, a todos nos ha pasado, pero tú finge que todo está bien. Ya llegará la quincena (que ya debes), ya se reactivará la tarjeta (si sales del buró) y ya se te pasará la cruda moral de haber gastado como si fueras junior con herencia. Ah, pero quién te quita haberte llevado a tus tres novias a Cancún, con todo pagado. Así que sé positivo, sonríe, mantén la pose y repite: «No tengo para el chesco, pero tengo recuerdos, tres posts en la playa y medio hígado que todavía sirve».