Como parte de las actividades en su visita a Corea del Norte, el domador de osos y presidente ruso, Vladimir Putin, firmo en conjunto con su homólogo, solo que panzón y feo, el líder norcoreano Kim Jong-Un, un acuerdo de seguridad que estipula que ambos países se apoyarán para repeler un eventual ataque externo. Ambos líderes deben estar muy preocupados de que el presidente más senil del mundo, Joe Biden, se levante un día de malas y les mande un cargamento con sus pañales cagados, o peor aún, algún ataque del loquito de Trump, si gana las elecciones.
Esto ocurre a raíz de que el gobierno gringo autorizó a Ucrania utilizar armas suministradas por occidente para atacar suelo ruso, como remarcó Putin tras la firma del acuerdo. Por lo que su amiguito con cara de mongol prometió brindarle todo el apoyo contra su vecino país, a cambio de dos rusas y tres botellas de vodka chido, muy probablemente. De esta manera se empiezan a alinear las potencias de oriente contra el frente del otro lado, en donde la verdad ya no sabemos quiénes son los buenos y los malos.
Obviamente, ninguna de las dos partes divulgó los detalles de lo pactado, por lo que se desconoce de qué forma procederían en caso de activar la cláusula firmada y si es puro pedo para asustar a los cada vez más frágiles países que se encuentran bajo el mando americano.
«Ahora sí, culeros, déjense venir que aquí mi amigo de los ojos de regalo me respalda y yo a él, así que no les tenemos miedo. Estados Unidos, Ucrania y la Unión Europea nos pelan toda la verga, así que se pueden ir bajando los calzones, porque nada nos va a vencer. A los demás países ni los menciono porque más nos pelan la reata», declaró Putin, más o menos, en su perfecto ruso golpeado, que hasta hizo que el líder norcoreano abriera los ojitos. Esto mientras se quitaba la playera para montar un oso e ir a cazar alces.
Pues, a como va la cosa, estos no tardan en anunciar otra guerra entre occidentales y orientales, así que mejor hay que pedirle a Papá Diosito que nos cuide y que estos no se levanten de malas un día y quieran aventar sus bombas nucleares. O que al menos no se topen con alguien más loquito.
