Rosalía paga monto desconocido para poder presentarse en el Zócalo de la CDMX

El Gobierno de la Ciudad de México, encabezado por la política más científica que ha dado esta nación, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, anunció que el próximo 28 de abril el Zócalo capitalino se llenará de perreo, empoderamiento y tremendos gritotes que aspiran a ser una canción, cuando la artista local Rosalía, oriunda de la alcaldía Coyoacán, ofrezca un concierto gratuito para el deleite del pueblo bueno.


Los enemigos de la ingeniera Claudia no tardaron en expresar su descontento, argumentando que el dinero que se le pagó a la artista, también conocida como “la motomami”, pudo haberse destinado a fines más apremiantes, como evitar el deterioro del Sistema de Transporte Colectivo Metro, que presenta fallas aproximadamente cada 26 minutos.


Sin embargo, voceros no oficiales de la futura presidenta (opinión no pagada), desmintieron a través de tuits muy lógicos y muy bien redactados cada una de las objeciones presentadas por la oposición derrotada.


Para empezar, el Metro no falla tanto, y solo se ha caído una vez. Es decir, sí es verdad que los usuarios arriesgan la vida cada vez que se suben a un vagón, pero se exagera. En segundo lugar, es falso que la administración de la bióloga marina Sheinbaum haya desembolsado dinero para contratar los servicios de la recientemente rebautizada “metromami”, pues ella accedió solamente a cambio de la exposición y el renombre que le dan a una artista desconocida y en ascenso presentarse en un evento tan importante como el arranque anticipado de campaña de una candidata presidencial.


Es tanto el deseo de Rosalía de cantar frente al pópolo mexicano, que ella misma ofreció completar de su bolsa los pesitos que hicieran falta para rentar los micrófonos, las bocinas y el cablerío necesarios para llenar de perreo la plancha del Zócalo.

Aunque la antropóloga social Sheinbaum agradeció el gesto, declaró que no era necesario y que el Gobierno de la CDMX se gastaría hasta el último centavo del presupuesto de cultura en entretener a las clases más desposeídas, pues el ocio, concluyó, es un derecho universal tan importante como cualquier otro y toda queja contra el esparcimiento del pueblo no tiene otra razón que el más grave de los males de este país, el clasismo.

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