El conductor del morning show La mañanera y ocasional presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, acudió a la Cumbre del APEC (Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico, calle 6 630, 6 71 3333) en San Francisco, California.
Ahí se reunió con los líderes de distintos países, como Joseph Robinette Biden de los Estados Unidos de América, quien no recordó a qué iba y se puso a insultar a los presentes; y Xi Jinping de la República Popular China, a quien el macuspano cree admirar desde que era una criatura porque lo confunde con Mao Zedong por evidentes razones.
Ayer, luego de un día inusual porque sí se tuvo que poner a jalar un rato, nuestro amado líder moral, que tiene una rutina muy establecida, se fue a dormir a su hora acostumbrada, aproximadamente las 6:30 de la tarde y parecía que ahí se había terminado su día.
Por desgracia, una pesadilla interrumpió su noche de sueño y exactamente cuando el reloj marcaba las 3:00 a.m., la hora del diablo según algunas culturas milenarias, el tierno viejecillo despertó llorando y pidiéndole a Chucho Ramírez, que duerme siempre al pie de su cama, unos tamalitos de chipilín o ya de perdido un caldito de patas de chichicuilote para espantar a los malos espíritus.
La mala noticia para el también beisbolista y ajedrecista macuspano es que un día antes y con motivo de la Cumbre, las autoridades locales de San Francisco retiraron de las calles a todos los drogadictos y malvivientes que se habían apoderado de ellas, y quienes eran los únicos que quizá podían haber tenido estos platillos en la ciudad.
Luego de casi dos horas de llorar abrazado de la almohada, por fin a las 4:50 a.m. Andrés Manuel se quedó mimidito sollozando, aunque tuvo que despertar a su hora acostumbrada, diez minutos después, para estar chingue y chingue desde temprano como hace todos los días.