Seguramente te ha pasado que en plena conversación se te cruzan los cables y terminas diciendo: «¿En qué estaba?». Pero si últimamente te encuentras buscando las llaves mientras las traes en la mano o llamando «mi amor» a todas las güeritas que ves por la calle, pensando en que son tu pareja, puede que el buen amigo Alzheimer —ese alemán que se cuela sin ser invitado— ya ande por ahí, o solamente eres un cabrón que se encula muy fácil.
Debido a que cada vez es más fácil caer en las garras del olvido crónico, nuestro equipo de expertos en olvidar todo en la pedita y a sus ex, se dio a la tarea de indagar en los bajos mundos de las enfermedades crónico-degenerativas y en las enfermedades del degenere para ayudarte a reconocer cuando el los olvidos constantes se convierten en algo de qué preocuparnos. Aquí tienes los cinco síntomas para detectar si ya traes el apellido Alzheimer bien puesto (si llegamos tarde, es posible que esto ya lo hayas leído varias veces, ni modo).
- Empiezas a jugar al escondite con tus propias cosas. Uno de los primeros síntomas es que tus llaves, el celular y hasta la cartera empiezan a jugarte una broma pesada. Guardas todo en su lugar, o eso crees, y cuando llega el momento de usarlas desaparecen como el dinero después de la quincena. Claro, seguro piensas que fue un duende o el perro, pero si ya llegaste al punto de buscar las gafas mientras las traes en la cabeza, cuidado. Tal vez ese alemán ya te esté echando el brazo por el hombro… aunque claro, a veces no te acuerdas de cuál hombro es, pero eso ya es por güey.
- Llamas «mi vida» a todos, hasta al cajero del Oxxo
Sabemos que ser cariñoso es algo muy bonito, pero si llamas «mi vida», «mi amor»
o, peor, «papito» a cualquiera que se te cruza, podrías meterte en problemas o puede ser que en realidad bateas de zurda. Lo malo es cuando, de tanto confundir a la gente, te salen con un «oye, pero ¿cómo dijiste que te llamabas?», y te quedas más frío que el refri del Oxxo. Así que si ya no sabes ni cómo te llamas, cuidado, porque podrías estar a nada de que Alzheimer te mande saludos, o peor, que tu pareja te mande a dormir al sillón, si recuerdas quién es tu pareja.
- Repites más que el pozole en el mes patrio. Sabemos que todos tenemos nuestras historias favoritas, pero si ya contaste la anécdota de cuando te caíste en la boda de tu primo unas cinco veces en la misma cena, y te sigues riendo como si fuera la primera vez, puede que algo ande mal. La repetición constante de historias, frases o incluso chistes (sí, esos que ya nadie más ríe), es un síntoma claro. Así que, antes de que tus amigos te cambien el apodo por el «Ya ni me acuerdo», mejor hazte un anote mental de qué anécdotas ya contaste. O en su defecto, cambia de público cada vez, como buen comediante.
- Te olvidas de para qué entraste a un cuarto. ¿Te ha pasado que entras a un cuarto con toda la determinación del mundo y de repente te quedas parado como si fueras una estatua? Pues bienvenido al club. Pero si esto ya es costumbre y cada vez que cruzas una puerta se te reinicia el cerebro como computadora vieja, puede que el alemán ya haya puesto una tienda de campaña en tu cabeza. Claro, siempre está la excusa de «vine por algo, pero seguro era una tontería», pero cuando ya ni recuerdas para qué entraste al baño, ahí sí preocúpate. Aunque, pensándolo bien, mejor ni te esfuerces en recordar, que de todos modos ya se te habrá olvidado.
- Confundes fechas y citas. «¿Qué día es hoy?», «¿Era el 10 o el 15 el cumpleaños de tu madre?». Si ya vives en un estado temporal que solo Marty McFly entendería, tal vez el alemán esté pisándote los talones. A ver, todos nos confundimos de fechas de vez en cuando, pero si ya empezaste a llegar tarde a las noches de pasión y temprano a la chamba, algo está fallando. Y no, no puedes culpar al calendario lunar por todos tus despistes. Mejor pon una alarma, porque la última vez que fuiste a la reunión del viernes, era martes.
Enamorarte de la tecnología, perder las llaves y confundir nombres es algo común, pero si empiezas a vivir en un limbo temporal y espacial, tal vez debas estar más atento. El Alzheimer es un compa silencioso que llega sin invitación y no tiene intenciones de irse pronto. Así que mejor toma nota, literalmente, porque para cuando termines de leer este reportaje, puede que ya se te haya olvidado el punto número uno.