Por: becario EAD
Mucho se ha dicho sobre los pelones, esas personas de carácter áspero y de coco liso que comúnmente se asocian con una personalidad neurótica y apática. Personajes como el Voldemort, Thanos, el Chicharito, Carlos Salinas o Jada Smith, han alimentado la creencia de que todos los pelones son malvados, pero ¿qué tan cierto es?
Investigadores de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, se han dado a la tarea de comprobar si realmente los también llamados “cabeza de rodilla” son tan malos como todos piensan.
Para el estudio se reunieron alrededor de 300 pelones… eran tantos pelones en un mismo lugar que parecía una cárcel de Nayib Bukele. Los sujetos fueron sometidos a un interrogatorio que ponía a prueba su empatía, qué tan flexible era su moral y qué tan dispuestos estaban a pasar por encima de los demás para obtener un beneficio propio.
Al comparar los resultados con los que se obtuvieron de una muestra del mismo tamaño, pero de gente con pelo largo, los investigadores se dieron cuenta de que sus sospechas eran ciertas: hay una notable relación entre la falta de pelo y la falta de escrúpulos.
Los pelones resultaron ser mucho menos sensibles al dolor ajeno, además de que no la pensarán dos veces para aniquilar a quien se cruce por su camino a la hora de buscar sus objetivos.
Curiosamente, también se encontró que las personas sin pelo gozan de una situación económica considerablemente mejor que las personas con folículos funcionales. Esto se debe a que, por su naturaleza maquiavélica y obsesiva, son mejores para los negocios, además de que no gastan en shampoo… esto explicaría por qué nunca has visto a un pelón regateando en un tianguis.
Sin duda hay excepciones y seguramente existe gente con pelo que también es malévola, sobre todo cuando tienen pelos de colores, pero no está de más que tengas más cuidado con tu amigo que ya tiene más entradas que un revendedor de ticketmaster y ya se le ve el chicle de la paleta. Es probable que esté a punto de convertirse en alguien verdaderamente perverso.
Ten cuidado, con un calvo casi nunca estás a salvo.
