En una estrategia que ha dejado perplejos a vecinos y familiares, una joven pareja de padres decidió abordar el verano de una manera completamente nueva. Ante el dilema de cómo disfrutar de unas vacaciones sin dejar de cumplir con las necesidades educativas de su hijo, optaron por una solución creativa y quizás algo radical: inscribirlo en cada curso de verano disponible en la ciudad. Desde talleres de danza hasta programas intensivos de matemáticas, el hijo, de apenas 8 años, pronto descubrirá que pasará su verano realizando una amplia serie de actividades que no le dejarán tiempo para salir con sus amiguitos, jugar en la computadora ni descansar.
Los padres, ambos profesionales ocupados, justificaron su decisión como un acto de equilibrio entre el desarrollo educativo y el derecho a unas vacaciones bien merecidas. «Es crucial para nosotros que nuestro hijo tenga la oportunidad de explorar sus intereses mientras también nos permitimos un tiempo para recargar energías, algo que nos llevará por lo menos uno o dos meses», explicó la madre, que prefirió mantenerse en el anonimato para evitar posibles críticas de otros padres que se creen más responsables.
Así, mientras su hijo se dedica a aprender habilidades que incluyen desde tocar el violín hasta programar en Python, los padres podrán disfrutar de un destino exótico en algún lugar de Europa, donde aprovecharán para sumergirse en la cultura local y descansar en los mejores hoteles. «Nos sentimos liberados de la rutina diaria, sabiendo que nuestro hijo está en buenas manos y está aprovechando al máximo su tiempo», añadió el padre, quien considera que algún día los reconocerán como los padres del año.
No obstante, la decisión no ha estado exenta de controversia. Algunos vecinos ya les han expresado su preocupación sobre el estrés potencial para el niño, mientras que otros han mostrado admiración por la audacia de los padres para encontrar una solución tan inusual y considerar hacer suya esta estrategia en algún momento. «Ellos han conseguido idear el sueño de todos los que somos padres, y más para quienes somos padres y madres a la vez», bromeó uno de los vecinos, mientras intentaba inscribir a sus dos hijos en la mayor cantidad de cursos de verano, aunque ya todo estaba lleno.